Sunday, September 15, 2013

La sexta

Luego de varias semanas ausentes, producto del exceso de trabajo y falta de tiempo, las anécdotas universitarias se han duplicado más. Para hacer un lindo y hermoso resumen comencemos por el inicio de esta semana, mejor conocida como:
La Sexta
Debo aclarar que el inicio de esta semana estuvo iluminado por la belleza de mi cumpleaños. Esta belleza sirvió, o quizás no, de amortiguador para la pesada semana que me esperaba. Por primera vez en mi vida pasé mi cumpleaños haciendo tarea y estudiando para un examen para el día después de mi cumple. Eso sí, gracias a las maravillosas amistades que tengo mi día estuvo lleno de sorpresas y alegría. Aun con todo lo que tuve que hacer, las constantes felicitaciones de mis amigos no permitieron que mi estado de ánimo disminuyera.

El sacrificio del día de mi cumpleaños de estar estudiando tristemente no valió de nada y me di la quemada más grande de mi vida en el examen por el cual me maté estudiando. Altas y bajas de la vida… debido a esa achicharrada ya estoy estudiando para el siguiente examen, gracias. Creo que más que una perdida (sin contar los puntos perdidos claro) el fallar en ese examen me enseñó una lección y me dio herramientas en cierta manera para no caer en lo mismo otro día.

Ahora bien, la sexta no estuvo llena solo de tristezas, estuvo caracterizada en lo personal por descubrir un nuevo hallazgo sobre el conocido ya Síndrome del Ingeniero. Las previas 2 semanas a  esta estuve compartiendo mi hora de almuerzo con un interesante grupo de ingenieros. Los “descubrí” por casualidad y gracias a ello entendí porque los ingenieros en sistema y software son invisibles, todos se encuentran juntos en lo que llamaré: La sede de la Felicidad.

En lo que llevo de inteciana, nunca había visto a tantos estudiantes juntos y felices en el campus de la universidad. Debo admitir que su alegría es contagiosa y esto da paso al hallazgo que encontré… El síndrome es contagioso, MUY contagioso. Increíble, pero ciertamente me encontré en varias ocasiones en la biblioteca con mi voceómetro por encima de 10 y cuidado si por encima de 15. Cuando mi mejor amiga me dice: “Shh! ¡Baja la voz! Estas gritando” dije: “¡Oh rayos! ¡Estoy contagiada!”.  Así que si, es contagioso, silencioso y verdaderamente provoca felicidad. He descubierto muchísimas cosas de los ingenieros que me hace pensar que ellos son mucho más que simples seres humanos con anomalías voceométricas.

Alejándonos un poco de los ingenieros, volvamos a mi área. La semana pasada me di cuenta de un “síndrome” que poseemos los estudiantes de medicina. Cuando fui a comprar un plato de frutas al frutero, valiendo la redundancia, me encontré con 2 compañeros y amigos los cuales se encontraban en las mismas que yo, comprando fruta. Nos pusimos a hablar y a relajar un poco para botar el estrés en lo que nos preparaban nuestro plato. Cuando le entregan sus platos ellos deciden esperar a que me entreguen el mío. Había pedido que le pusieran mango al mío, así que el frutero buscó uno entre los que se encontraban en las cajas de fruta. Cuando lo levanta, notamos que un pedazo del mismo se encontraba negro y abultado. Lo cómico del asunto fue que lo primero que se me ocurrió decir fue: “¡Válgame! Ese pobre mango tiene cáncer, ¿no le ves el melanoma?”, obviamente estaba relajando haciendo el chiste más nerd de mi vida, lo peor fue que mis compañeros entendieron el chiste y nos reímos como una gran partida de bobos. Fue ahí donde me di cuenta de que se nos había subido la Biología a la cabeza.

Por ahora eso es todo, bueno casi pero tengo que irme. Me esperan por terminar 2 prácticas y un trabajo que entregar, todo para mañana.


Solo faltan 5 semanas más para tener 2 semanas de paz. Vacaciones, ¡lleguen ya!

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